domingo, 19 de diciembre de 2021

Proceso de hibernación [Un mal sueño]

 

"Si el filósofo considera necesario integrar los resultados obtenidos por los científicos con una concepción general del mundo, deberá dar a esta concepción caracteres nuevos, capaces de asegurarla contra todo riesgo de rigidez.”
[Filosofía y filosofía de la ciencia, Ludovico Geymonat]


“Entonces nos dimos cuenta de lo que sucedía: ¡la línea de fuego había llegado hasta nosotros!”
[El hombre en busca de sentido. Viktor E. Frankl]



Se repite como un dogma una y otra vez. Su superioridad moral paternalista. La madre patriarcal que no valida la percepción del recién nacido. Luz de gas. No quiero volver a sentirme violenta ni violentada.

Se repite como un dogma una y otra vez. Ostentosa mentira que tragan con un poco de azúcar los corazones frágiles. ¿Son ellos parte de mí?: quienes dicen que soy un peligro para sus vidas, quienes se apartan mientras no les afecte a ellos.

Y yo sólo sé crear autopoiesis. ¿Podría el corazón resignarse a separarse del pulmón y seguir respirando?, ¿existe en la materia la cualidad de no afines?, ¿realmente las células boicotean a otras células creando enfermedades?, ¿existe la posibilidad de soplar magia e inundar de brillo y amor todo lo equidistante? No puede este desequilibrio vital ser la expresión de lo insalubre del cosmos mientras mi ser brilla limpio y sano. No puede este exterior de injusticia y podredumbre ser reflejo de mi yo más escondido.

Las lágrimas de impotencia y desesperación afloran cada luna llena. Se siente tan solo el corazón cuando las articulaciones, comprimidas por las fascias, sólo cumplen los dictados del cerebro, inmóviles, artríticas, asustadas. Se constriñen, se duelen, hacen daño. Lengua voraz que escupe fuego.

Ruido mental e imaginal. Como un androide, con mi cuerpo-máquina. Resuelvo. Doy comprensión y cariño. Doy calma y luz. Soy calma y luz. Nadie me comprende.

Resuelvo. Todo está en su sitio. Camino mientras la cápsula de cristal y arena se mueve a mi alrededor. Corteza artificial con la que no me identifico. No puedo sacudirla con un simple movimiento de cabeza. Está ahí. Está ahí y no se va. Yo quiero que se vaya. Yo quiero despertar de este mal sueño y llenarme los ojos de ilusiones.

Mi cotidianeidad desnuda quiere ser piel y apartarse. La luz clama internamente. Se manifiesta en sueños, mezclando dimensiones espacio-temporales. Mi luz interior quiere expandirse y manar cual magma volcánico. Vomitarles a la cara los silencios enquistados.

Yo quiero destruir. Dar fin a los procesos que me eclipsan el alma. Desembarazarme de las ataduras. No estar mal yo para que ellas estén bien. Quiero que se vayan. Quiero que se vayan. Imagino que se van. ¿Se han ido?

El telediario impregna de veneno las almas con las que convivo. Mis allegados sufren. No hay nadie que acompañe. Estoy sola y tiemblo. Actúo, como un androide, con mi cuerpo-máquina. Resuelvo.

¿Qué sentido tiene construir, una línea de saber o pensamiento, un discurso artístico o político…si me van a encerrar sin poder seguir compartiendo con ellos…si me voy a ir para no seguir soportando la sobreexplotación de mis recursos de Madre Tierra…la diosa improfanable y creadora a la que escupen y tiran piedras. Si todo esto mañana ya no va a existir…¿para qué tanto esfuerzo?

Mi sufrimiento surge de la impotencia de la no acción. Cómo equilibrar la luz y la lucha. ¿Cómo mencionar la palabra lucha sin volverme invisible, mudos mis interlocutores? Si lucha significa intentar que nadie impida con sus manos de hierro el manar fluido de la luz que me gesta, me crea y me recrea. Que nadie sofoque el latir del fuego, necesario en la forja del demiurgo de la vida. ¿Cómo negar el fuego?, ¿cómo volver la cara ante la luz?, ¿cómo silenciar a la música del alma cuando la distorsionan las interferencias voraces de la mentira global?…¿y si no soy yo quién permanece en la caverna?

Mi realidad-instante es ya ecuánime y asume con resiliencia los cambios mundanos. Pero quizá no me creo aún que soy capaz de borrarlo, yo sola, sin ayuda, como si todo fuera un boceto.

Sigo sin sacar tiempo para fotografiar cimientos de rascacielos, antes de que los destruya mi poder imaginal. Sigo sin tener afines para vivir la emoción al grito de “basta ya”, para escupir la obediencia como un caramelo amargo en la cara de quien mantiene la sonrisa impertérrita e inconsciente. Aquellos que se dejan tapar la boca y profanar el cuerpo y el alma.

La energía que soy como individuo quiere mezclarse con afines que prendan la mecha que arde. La comunidad que me guía sólo apaga mis impulsos. Soy torrente vital retenido por un muro de hierro y cemento. Quisiera tener visión de fuego y hacer arder todo lo sensible. Borrar, barrerlo todo de una vez por todas. Dejadme en paz. Dejadme en paz de una vez.

Dormir, luego, diez meses, mientras la vida parte de su esencia única. Dar a luz, nacer y renacer. En el espacio multidimensional del sueño que no llega.

Dormirme frente al mundo que me escupe como veneno. Ese mundo que es veneno para mí. Encontrarme un nuevo mundo al despertar. Y comprobar, aliviada, que todo fue un mal sueño.



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